I want to be the bluebird. Singing, singing to the roses in the yard

lunes, 21 de febrero de 2011

Ojalá hubiera estado allí: Live At Massey Hall (Neil Young)


Disco, discazo, disquísimo, publicado en 2007. Un álbum en directo en el Massey Hall de Toronto, grabado en 1971 durante la gira de Young bajo el nombre "A jorney through the past solo tour".

El disco rápidamente obtuvo éxito entre la crítica y se hizo hueco en lo alto de las listas mundiales (1er puesto en Canadá, 9º en Irlanda, 30º en Inglaterra, etc.), si bien es cierto que esta publicación recopilaba canciones que ya se habían escuchado antes (quiero decir, de ese mismo concierto).

Un álbum exquisito, como los suele parir este hombre, que nos sitúa en una noche mágica en la que sonaron su voz, su guitarra, una harmónica, y un piano. Con eso y poco más, es imposible no quedarse atontado mirando al hoy ya viejo Neil. Aunque lo cierto es que su cabeza siempre ha sido mucho más joven que la de cualquier ser humano que campe esta hinóspita Tierra.

Los que estuvieron allí entonces fueron bendecidos por el más grande. Larga vida al rey de todo esto.

DISCO SEMANAL #15: Butterfly House (The Coral)


El quinto disco de The Coral, "Butterfly House", salió al mercado en Julio de 2010 y, la verdad, no se puede decir que haya sido un éxito rotundo ni mucho menos. La banda que teloneó a Oasis durante su gira de 2005 no ha disfrutado de las buenas críticas (o, mejor dicho, la repercusión mediática) que a mi juicio merece el álbum. La cosa es triste, porque en su visita a Madrid tocaron en la Sala Caracol. Eso, obviamente no es malo (de hecho, es una sala mítica), pero sí que da una referencia sobre el volumen de público que se esperaba acudiera al concierto.

"Butterfly House" es un disco con una calidad inmensa, que poco a poco se derrite cálidamente en los oídos como cera. Desde la primera canción, "More than a lover", se reafirma la intención de la banda de cuidar al máximo las voces, con muchos coros de apoyo en casi todas las pistas. Creo que esto es una firma de autenticidad; una declaración de intenciones. En un mercado musical en el que las prisas hacen que temas creados para llegar al número uno de cabeza contengan una voz principal, un par de arreglos resultones o fáciles (y gracias), poner empeño en hacer que las melodías vocales signifiquen algo más y tengan peso verdadero en el disco, es... eso: una declaración de intenciones. Romper una lanza en favor de la calidad por encima del camino hacia el éxito utilizando la vía más corta.

Canciones con una deliciosa base acústica, coloreadas en todo momento por un goteo contínuo de guitarra eléctrica de sobradísimo criterio y envueltas en una atmósfera que, honestamente, no sé a qué lado de la frontera queda: si en el de la felicidad o el de la melancolía.

Escucho el disco y a ratos me parece estar oyendo a America, y, a ratos, a The La's. Y con eso, más o menos todo queda dicho... Mucha, mucha clase.



miércoles, 16 de febrero de 2011

Versionar no es cambiar la voz: Bittersweet Symphony

Hace días decía que era ésta la mejor canción jamás escrita. Pues bien, probablemente lo siga siga siendo.

No sé si a esto se le puede llamar exactamente versionar, pero está claro que Jay-Z tiene buen ojo para elegir una base sobre la que hacer algo nuevo. Una versión algo edulcorada, pero que no por ello viola la esencia ni la belleza de la original.

Para escuchar en REPEAT: Colorblind (Counting Crows)

Disfruten ustedes de este momento familiar, porque cada vez serán menos.

DISCO SEMANAL #14: In It For The Money (Supergrass)


¿Se acuerda alguien de este disco? ¿Entra en las conversaciones corrientes y molientes de los aficionados a la música? Difícil de decir. Yo me aventuraría a decir que no, supongo que porque soy un mal pensado. Si no viviste este disco en su momento o poco después, parece como si ya no existiese. Como si las canciones que nos parecían (y eran) buenísimas de repente hubieran sido vetadas en la radio y en cualquier programa de televisión. Hay canciones que aparecen con tan sólo sacudir un poco la ropa; ¿por qué hay casos como éste en que parece que no queda nada? Es una vida injusta, ésta.

El segundo disco de Supergrass, sea como sea, es una obra maestra de obligada escucha para los amantes de la buena música, como suelo decir. Por encima de nombres y nombretes, léase britpop o "los noventa" (que, ojo, uno se identifica con eso), este disco presenta doce temas alegres y directos, con unos sonidos guitarreros tan frescos como potentes, y sin ningún tipo de pretensión por encima del recopilar una serie de canciones en las que, por lo visto, parece que se lo han pasado bien durante su grabación y composición. Cómo no van a salir las cosas así...

Tonight, G Song, o Sun Hits The Sky, por nombrar algunas, son las joyas que esconde este magnífico disco. Sin complejos, sin miedo. Supergrass.

martes, 1 de febrero de 2011

DISCO SEMANAL #13: Wilderness Heart (Black Mountain)


Otro disco que suena a profundidades. Bajo el agua o bosque adentro, pero a profundidades poco concurridas, allí donde sólo se adentra nuestra mente de vez en cuando.

Black Mountain, con base en Vancouver -Canadá-, es un grupo que lleva en activo con ese nombre desde 2004, haciendo rock basado en influencias blues y de psicodelia. También afirman estar muy marcados por la Velvet Undergroud, lo cual no pongo en duda, pero si hubiera que valorar esa influencia sobre cada grupo que lo dice...

El "Wildernes Heart" encontraremos precisamente eso: blues, psicodelia, y salpicaduras de rock ácido en muchos de los temas. Sí, el término "rock ácido" viene derivado de aquellos grupos que escribían rock psicodélico bajo los efectos del ácido allá por los setenta, pero igual de importante que eso es el fondo musical que subyacía en esas composiciones: Dylan, Beatles, flok, blues, música hindú...

Un disco en el que parece haber una clara diferenciación entre temas eléctricos y acústicos; no es que haya demasiada mezcla. No obstante, las canciones son realmente buenas y, como se dice, tienen pegada. Y algunos arreglos de producción que se van descubriendo tras varias escuchas son tan sutiles como perfectamente encajan.

Un disco que no descubre la pólvora ni mucho menos, pero que suena muy claro y contundente tanto en lo referido a las canciones como en la concepción musical que parece haber detrás: tocar guitarras emulando a los mejores y tratar de aportar un grano de arena, lo cual no es nada fácil. Y si uno se lo pasa bien haciendo lo que le gusta, pues mire usted, acaba de encontrar la receta de la felicidad.